viernes, 24 de octubre de 2008

RESUMEN DE LA TEMPORADA (III)


AGOSTO: UNA SOMBRA… Y MUCHAS LUCES

Hubo continuidad a ese punto de inflexión al alza que la temporada del Fino tuvo en el mes de julio. Agosto trajo tardes muy importantes, y una bastante triste, aquella aciaga tarde en Málaga, pero antes, y sobre todo después de aquella, la enorme calidad del toreo del maestro terminó aflorando y llegaron, por supuesto, los grandes éxitos.

Finito empezaba el mes en Pontevedra, una tarde en la que, acartelado con Tomás y Castella, dio la cara llevándose el peor lote de la corrida de El Torreón. Con su primero dejó una faena de clase, con muletazos soberbios y muy por encima del toro, al igual que se mostró con su segundo. La espada, una vez más, dejó a cero el marcador de trofeos.

Ni en Torremolinos, y mucho menos en Pedro Muñoz, hubo una mínima opción de triunfo, no así en Villanueva del Segura, donde El Fino cortó tres orejas con una gran faena al segundo de su lote.

Fue una lástima no repetir la gran actuación del pasado año en San Sebastián, aunque si que hubo pasajes de interés que quedaron emborronados con la espada, y dos días después pudimos asistir en Baeza a una faena de esas que no se esperan, pero que surgen gracias a la enorme calidad y esa gran facilidad que tiene Juan Serrano para ver a los toros. A ese de Julio de la Puerta no lo vio ni el ganadero, como posteriormente reconocería, y Juan, con las ideas claras y la inspiración a flor de piel, le compuso una faena de conocimiento y suavidad, que fue ganando en hondura y temple a medida que avanzaba, y que terminó siendo toda una lección de toreo.

Una oreja en Cantalejo, otra en Ciudad Real en una tarde importante, y una noche sin historia en Benidorm, precedieron a la citada triste tarde de Málaga. El Fino contó con un primer toro pasadísimo de kilos, que al poco de comenzar la faena acusó esta circunstancia y apenas dejó al maestro estirarse en un par de tandas con la diestra. El cuarto, que no tenía un pase, tuvo además el gran inconveniente de ponerse imposible a la hora de matar, y después de los dos primeros pinchazos hubo que perseguirlo por toda la plaza sin poder intentar de nuevo la estocada. Sonaron los tres avisos, llegó la bronca y lo que no es bronca, es decir, lo que queda fuera de lugar. Después, en prensa y demás, llegaron las opiniones, todas respetables, y las faltas de respeto, todas deleznables. Lo que yo tengo claro es que si hubo alguien que sintió en el alma lo sucedido, ese fue Juan Serrano, pues es la de Málaga una plaza y una afición a las que le tiene enorme cariño y respeto.

A la mañana siguiente publiqué un post que titulaba “Hoy más que nunca”, en el que me refería al apoyo que el maestro debía tener ahora por parte de su gente, y recordaba que hacía dos años se había producido una circunstancia parecida, escuchando también los tres avisos en La Malagueta y teniendo, a partir de ahí, una reacción magnífica, cuajando actuaciones sensacionales. Ese post, yo lo terminaba de la siguiente manera:

“Esperamos, deseamos y sabemos que esa reacción va a llegar, y ojalá que la suerte esté de cara. Mientras tanto, y pase lo que pase, no se preocupe maestro, pues quienes lo quieren bien (y somos muchos) están deseando volver a vibrar y soñar de la mano de su capote y muleta, pues lo de ayer, aunque duela, forma parte de esta fiesta y quedará, como ha quedado otras veces, sepultado por la grandeza que habita en su toreo, que surgirá, como siempre, desterrando palabras que sobran y abrazando sueños que esperan.

Y la reacción no se hizo esperar. Esa misma tarde, en Constantina, El Fino cuajó una actuación memorable que culminó con el indulto del toro Exquisito, de Albarreal, tras una faena de antología. Antes de eso, en su primero, había malogrado con la espada una labor también de máximos trofeos. La ilusión volvía a estar a tope, y más aún cuando al día siguiente, en Cuenca, el maestro cuajaba una de las tardes más importantes de la temporada, por el peso de su actuación y por el contexto en la que esta se produjo, en una tarde en la que la competencia Tomás-Perera centraba todas las miradas, unas miradas que no tuvieron más remedio que ponerse sobre el toreo grande con el que Juan Serrano deleitó a la abarrotada plaza conquense. Tres orejas fue el premio.

Para final de mes todavía aguardaban varias citas importantes, y en todas ellas sobresalió, primero la gran disposición del torero, y cada vez que las circunstancias lo permitían, la gran creación que sólo puede salir de sus muñecas.

De esta forma, logró cortar una oreja en Almería a un toro de Fuente Ymbro al que fue haciendo y corrigiendo defectos, para acabar enjaretándole muletazos de mucha hondura y bellísimo trazo. Además, la espada funcionó, una de las claves también en esta racha triunfal a nivel numérico, y que había tapado anteriormente algunas buenas actuaciones.

También en Linares hubo premio, en una tarde muy difícil, primero porque una vez más estaba José Tomás en el cartel, con lo que ello conlleva de cara al público, que especialmente se mostró muy duro con Juan en su primero, y también porque el segundo de su lote no dio ninguna facilidad, pero ahí el maestro lo puso todo para darle la vuelta al ambiente y terminar exprimiendo lo poco que el toro le ofrecía, sacando muletazos de mucho mérito.

Y para acabar, el 31 de agosto, El Fino dibujó en Mérida una faena para el recuerdo, que no era la primera que dejaba en la retina de la afición extremeña, y esta significó de paso el mejor regalo posible para el pequeño Juan Rodrigo, nacido ese mismo día por la mañana. Sin duda, la actuación de Juan ante el cuarto toro de Juan Pedro Domeq, al que cuajó con capote y muleta, cortándole dos orejas, será recordada por mucho tiempo. Aquí la tienen de manera íntegra.