JUNIO: YO ME QUEDO CON LO BUENO…
Con la espada como talón de Aquiles y el mal juego del ganado como gran obstáculo, el mes de junio pasó sin grandes resultados numéricos. Hubo dos tardes especialmente llamativas en lo negativo, que fueron las de Badajoz y León. Ni los de Cuvillo en la ciudad extremeña ni los de Jandilla en la castellana dieron opción alguna, en dos tardes de máxima expectación y con carteles muy rematados. Tampoco en Coslada, a primeros de mes, ni en Soria, ya al final, hubo opciones más allá de demostrar ganas y algún que otro detalle.
Fue en Alicante donde nuevamente el toreo del Fino alcanzó grandes cotas. Contando con un mejor colaborador, aunque con mucho que torear, Juan firmó una actuación de altura en la feria de hogueras, justo donde un año antes había caído herido cuando cuajaba un Fuente Ymbro. Esta vez, después de torear con mucho gusto a la verónica y brindar al equipo médico que lo atendió, dibujó una faena de arte y poder, que yo viví intensamente y que intenté dejar plasmada, con más o menos acierto, en mi crónica…
“Da gusto verle abrir la faena de muleta con tanto empaque y sabor, y cincelar en redondo muletazos de dominio e inspiración. Da gusto saborear sus naturales, aunque sean tres o sean cuatro, y volver a la derecha para exprimir con hondura y temple todas las embestidas del buen toro de Jandilla. Dan gusto esos detalles, ese andar en torero, ese vaciarse de arte en una trincherilla y en un remate de aroma...
Da gusto encontrarse con él cuando disfruta, porque hace disfrutar. Y da gusto emocionarse, porque te llega, porque lo sientes. Porque no importa quien diga, quien hable, quien piense. Sólo vale lo que toque al corazón...
Le dieron una oreja, en ese intento siempre vano de poner medida a lo infinito. ¿Cuánto vale tanto arte y tanta calidad?. La respuesta es mucho más profunda que un puñado de pañuelos.”
JULIO: EL PUNTO DE INFLEXIÓN
Se acercaba la parte fuerte de la temporada, esa en la que las fechas se acumulan y apenas dan respiro. Fue justo en esa antesala que significa el mes de julio donde dos tardes marcaron el punto de inflexión de la campaña del Fino, que poco a poco fue yendo a más. Dos tardes que distaron siete días una de otra, Estepona y Marbella, 6 y 13 del mes, dos tardes para guardar y recordar, y dos faenas en las que la calidad, la hondura, el sentimiento y todo lo necesario para hacer el toreo de verdad, el toreo grande, surgió de las muñecas de Juan Serrano para el gozo y disfrute de los que tuvimos la suerte de presenciarlas, en mi caso sólo la de Estepona.
Fue esa faena de Estepona al toro de Ana Romero una caricia constate, un latir suave y dulce, una brisa deliciosa que nos hizo respirar el aroma inconfundible que tiene la torería cuando surge de verdad. Porque todo fue muy despacio, todo llegó a sorbitos, a pinceladas marcadas, a versos de rima encendida, y a la vez tierna y dormida, para dejar al final el regusto más intenso que cabe en el paladar. Lo dicho, que disfrutamos de lo lindo.
Y en Marbella volvió a surgir la mágica fusión entre el torero grande y el toro bravo. Barboso, de Varela Crujo, quiso ganar su vida embistiendo con codicia y nobleza a la muleta del Fino, y éste le llevó hasta el indulto por la senda del arte y del toreo puro, cuajándolo de principio a fin en una faena en la que el toreo al natural alcanzó esas cotas a las que sólo unos pocos pueden llegar. Vía teléfono móvil, el Doctor Rafael Comino me contaba la faena con emoción: “Toreando con el alma, quebrando la cintura, exigiendo y llevando al toro hasta el final...”, ¿Qué más se puede añadir?
Una tarde más, en este caso una noche, en Palma de Mallorca, también el maestro mostró una gran dimensión, cortando una oreja y perdiendo al menos otra con el acero, en dos faenas de gran hondura y temple.
Quedaba claro, por tanto, el gran momento que comenzaba a atravesar Juan Serrano, un momento que demostraba a poco que los toros ayudaban, algo que desafortunadamente no hicieron en el resto de actuaciones del mes, en Teruel, San Fernando, Prado del Rey y Almadén.