sábado, 1 de marzo de 2008

POR AMOR AL ARTE (CÓRDOBA, 29/05/04)

Hace unos días recordaba en un post la magia de aquella tarde de mayo en el Coso de los Califas, la intensidad con la que fue vivida y la gran dimensión que el Fino demostró para disfrute de todos los que tuvimos la suerte de estar allí.

En ese mismo post, Risoto me dejaba un comentario en el que, entre otras cosas señalaba lo siguiente: "Aquella tarde, media Córdoba taurina se quedó en la feria y le dio la espalda a su torero (que se j..., que ellos se lo perdieron)". Así de cierto. Tan cierto como que en las dos horas de festejo, el toreo del Fino llenó de tal manera la tarde que nos hizo sentir que no había otro lugar donde se pudiera estar mejor. Una sensación que alcanzó su momento cumbre con la faena al cuarto toro, Bondadoso, de Domingo Hernández.

Cuando la vi por primera vez después de aquello, y ya había pasado bastante tiempo, tuve la sensación de recordarlo casi todo de manera fidedigna, prueba inequívoca de la intensidad con la que se grabó en mi retina, lo cual, sin duda alguna, me emocionó. Por eso no me puedo resistir a compartirla con ustedes, simplemente por amor al arte, ese que a todos nos une con nuestro torero.

Aquí la tienen. Para los que la guardan aún en algún lugar de la memoria o en algún rincón del corazón. Y también, porque no, para los que se quedaron en la feria, que es muy malo vivir con mala conciencia.




Y de postre una gran crónica, la que sirvió a Luis Miguel Parrado para mostrar a los lectores de 6 Toros 6 la dimensión del acontecimiento. Semanas después de esto también mostraría el esperpento y el disparate protagonizado por el jurado del Trofeo Manolete, al dejar desierto el galardón, así como del jurado que dejó desierto el premio al toro más bravo de la feria. Al final, en estos casos, es la memoria la que juzga, y creo que es evidente lo que ha quedado en el recuerdo.

FINO GRAN SOLERA

"La luna estaba dormía,/ la desperté, la desperté,/ Finito está toreando,/ vamos a ver...". Así comienza la letra del tanguillo "De blanco y oro" con el que el genial guitarrista Vicente Amigo homenajeó a su amigo Juan Serrano. Y esté le ha correspondido tiempo después como mejor podía hacerlo, brindándole una faena, la del cuarto. Cuentan que le dijo: "verás la que le voy a formar...". Y fue fiel a su palabra.

Quince minutos después del brindis el gran triunfo estaba consumado. Atrás quedaba una faena para el recuerdo no sólo con la muleta, puesto que Finito había lanceado con mucho gusto a la verónica y la media de remate resultó monumental. Como lo fue la brega de ese figurón de plata llamado Curro Molina y el fulgurante inicio por bajo de Juan a base de trincherillas encadenadas a pases de la firma sin la ayuda del estoque, tan sólo jugando con absoluta maestría una privilegiada muñeca.

A partir de ahí el trasteo no hizo sino ir a más, pero fue al natural donde dejó en las retinas su toreo templado y profundo, en el que el brazo no era sino una suave y a la vez dominadora prolongación de la muleta. Sin embargo, tardó mucho el presidente en conceder un indulto que, como todos, será discutido. Pero lo inapelable es que toros así nacen pocos y faenas como la de Juan Serrano sólo se degustan de tarde en tarde.

Tampoco a nadie que tenga sensibilidad se le olvidarán las verónicas de recibo al que abrió plaza. Vendría como anillo al dedo decir que "paró los relojes", y casi sería verdad por el empaque, pellizco, profundidad y desgarradora belleza de esos lances, tan lentos que parecían como de salón, rematados soltando el capote a una mano con toda la majestad del mundo...

Aquí quedan también esas verónicas, que las disfruten...