lunes, 3 de agosto de 2009

CÓRDOBA, 03/07/93

A Diego y José Luis

Siempre que encuentro el momento y el material apropiado para rescatar determinados recuerdos y faenas del maestro Fino tengo una sensación de riqueza enorme, y a la vez la satisfacción de que esta riqueza será compartida y disfrutada por muchos.

Hay recuerdos, como el que hoy nos ocupa, que creo que siguen muy frescos en la memoria de los buenos aficionados, tanto de los que tuvieron la fortuna de vivirlo en directo, como de los que, como es mi caso esta vez, nos tuvimos que conformar con lo que nos contaron o con lo que vimos en los resúmenes televisivos. Y es que seguramente esta tarde del sábado 3 de julio del 93 forma parte de ese buen ramillete de remembranzas preferentes dentro de la memoria colectiva finitista.

Aquella tarde veraniega en el Coso de Los Califas hicieron el paseíllo, junto a Finito de Córdoba, Enrique Ponce y Rafael González "Chiquilín", para despachar un encierro de los Herederos de D. José Cebada Gago.

Con su primero comprobaremos que El Fino estuvo extraordinario con capote y muleta, no llegando a poner el broche apropiado con los aceros. Sin embargo, fue la actuación con su segundo, quinto de la tarde, la más recordada. Aquel toro, como se verá, puso a prueba (además de ponerle los pitones en el pecho en varias ocasiones) al joven matador, que mostrando una firmeza descomunal y una claridad de ideas enorme lo metió en la canasta y le ejecutó una faena emocionante y entregada. No es, ni mucho menos, de las mejores y más artísticas que ha realizado Finito en Los Califas, pero es sin duda una de esas faenas que, en toreros de este concepto, quedan marcadas para siempre.

Ni que decir tiene que se desató la pasión en los tendidos, y que cada muletazo era vivido con una enorme emoción, hasta llegar a ese final, con el toro ya entregado, en el que Finito remató la faena con un enorme trincherazo en los medios, poniéndole su sello inconfundible, amén de una gran estocada que dio paso a la unánime petición de las dos orejas.

Es lo que quedó. Lo que sigue quedando, pues ya se sabe que el tiempo pasa pero los recuerdos quedan, como quedan las obras de los que algo hacen.