sábado, 3 de julio de 2010

PAMPLONA, 11/07/2000

Aquella temporada venía ya embalada desde abril, en Sevilla, pasando por Jerez, Granada, Córdoba, e incluso por Madrid, así como por otras plazas menores, en las que faenas importantes y triunfos se daban la mano.

Sin ir más lejos, volvía Juan Serrano a casa tras indultar en la Monumental de Barcelona al bravísimo Zafiro, de Torrealta, cuando recibió la llamada de su apoderado, Toño Matilla. "Mañana sustituyes a Enrique Ponce en Pamplona", casi nada. Así, Finito de Córdoba encaraba una inesperada actuación en la Feria del Toro, compartiendo cartel con Emilio Muñoz y Morante de la Puebla ante astados de Jandilla. Era el momento, sin duda.

El Fino se mostró firme ante un toro que pareció mejor de que lo que en realidad fue, mostrando, sobre todo, el fenomenal estado de gracia que atravesaba, y si bien no fue una de esas grandísimas faenas suyas que se quedan para siempre en la retina, no quería pasar la oportunidad de recordarla para dejar constancia, por una parte, de ese debut comentado en la feria pamplonica, y por otra de un dato que sí queda para el recuerdo en su trayectoria, y es que la fenomenal estocada con la que rubricó su faena a ese Seductor, de Jandilla, le valió el premio a la mejor de aquella feria.