No escribiré la crónica de esta tarde en Montoro. Lo de hoy vas más allá de lo visto, pues penetra en el fondo del sentido. Es eso, el sentimiento, lo único que puedo expresar, porque es imposible describir el toreo tan puro, tan bello y tan eterno que El Fino nos ha regalado en el coso cordobés. Porque unas simples palabras quedarían a años luz de tan sólo uno de los muletazos que el maestro ha dibujado, porque es cada uno de ellos los que sigo ahora paladeando embargado aún del aroma que han dejado en mi memoria. Porque no se puede torear mejor, no, y es más, dudo mucho que alguna vez alguien pueda hacerlo igual, y no sólo me refiero a lo de esta tarde. Porque el pellizcar el corazón, el poner el vello de punta, el traspasar la frontera de la piel y acabar llenando el alma, el convertir en mágico un instante que pasa de ser efímero a quedarse para siempre en el recuerdo, tan sólo está al alcance de unos pocos, y yo me siento inménsamente afortunado por saborear esos momentos cuando brota el toreo inmenso de un torero tan grande que supera cualquier adjetivo que yo hoy le quisiera adjudicar.
Foto: Fidel Arroyo.
CRÓNICAS DE LA PRENSA
En el segundo de la tarde, el otro toro premiado, este con vuelta al ruedo, también Finito estuvo a un alto nivel. Lo hizo ante un ejemplar de Jaralta de engañosa pelea en el caballo, al que acudió hasta tres veces, pero al relance o saliendo rebotado de uno a otro, empujando además de costado. Huidizo y pegando arreoncitos, incluso mediada la faena miró las tablas con intención de irse. Pero supo aprovechar el torero la acometividad y la nobleza del animal y despejarle las dudas. Despatarrado, Finito acompañó los muletazos con todo el cuerpo dibujando derechazos rotundos. Luego, con la planta más relajada, elegancia y mando. Muy dispuesto el hombre, tiró mucho del animal en el último tramo. Las dos orejas no tuvieron discusión. El quinto se le quedó a Finito en el caballo y en un volantín. Se empleó en alargarle el viaje y en rectificar la colocación para engancharlo, pero le costó responder al jaralta y al torero, matar. (Rafael de la Haba, Diario Córdoba)
Finito de Córdoba, por su parte, desorejó al segundo toro de la tarde, otro buen toro de Jaralta con el que el cordobés pudo mostrar su elegantísimo concepto del toreo, en series bellísimas, sobre todo por el pitón derecho. El quinto fue de peor condición y el torero de Córdoba sólo pudo mostrar su disposición y firmar algunos muletazos de gusto, aunque aislados. (Mundotoro)
También gustó en Montoro Finito de Córdoba. A su primero le cortó las dos orejas merced a una faena de mucho gusto. Aún hubo más temple en su toreo con el quinto, sobre todo toreando al natural en algunos muletazos muy sentidos. El premio podría haber sido mayor, pero falló a espadas y todo quedó en una ovación. (Fidel Arroyo, Burladero.com)
Tuvo que ser el segundo de la tarde de nombre "Moruco" al que Finito le interpretó una faena cara, muy cara, de las que te sales de la plaza y sales toreando. Muchos defectos le tapó Finito a este toro al cual lo cuajó de una manera espectacular. No se puede torear un toro mejor. Faena basada en los ayudaitos por bajo, en los cites de lejos y en los naturales de cartel. Es por tanto, una de las mejores faenas del Fino en mucho tiempo. Una gran estocada le valió las 2 orejas. (Juan Plata, Torocórdoba)Finito estuvo importante en su primero. Un toro con una movilidad y una raza fuera de lo normal. Juan Serrano fue domeñando al animal para terminar toreándolo a placer en muletazos largos y templados. El toreo que enamora al público surgió una vez más de las muñecas del torero de El Arrecife. Los adornos fueron de gran plasticidad. Importante Finito en su última tarde de la presente temporada. En su segundo, con un público que antes se había vaciado con Ponce, volvió a torear como sólo él sabe hacerlo. Faena importante ante un toro que se había quebrantado mucho en un largo puyazo. Lástima que en esta ocasión la espada, una vez más, le privase de un triunfo mayor, pero decir que el toreo de calidad de Finito quedó en la retina de los asistentes y en el dorado albero del coso de Montoro. (Salvador Giménez, El Día de Córdoba/Desdelcallejon.com)