Será el sábado 6 de octubre. En Montoro, cuando el otoño comienza a hacerse realidad y la temporada apenas tiene tramos por delante, los seguidores del Fino y del buen torero en general venimos teniendo una cita anual desde hace varias temporadas. Allí, el maestro Juan Serrano ha dibujado a lo largo del último lustro un ramillete de faenas memorables, sublimes y apetitosas para todo buen paladar taurino. Allí ocurrió, hace tres años, uno de los acontecimientos más recordados de la dilatada trayectoria del Fino. Allí será, dentro de unos días, donde nuevamente acudiremos, con la ilusión por bandera, dispuestos a abrazar el toreo y alimentar la memoria.
Y la memoria me lleva a aquella tarde otoñal. Sirvan las siguientes líneas, y las imágenes que anteceden lo presente, para alumbrar más aún el deseo de presenciar algo grande del maestro. Ese será, justo en el día de su 36 cumpleaños, el mejor regalo para todos.
BORRACHERA DE TOREO. Por: Fidel Arroyo. Montoro, 8 de octubre de 2004.
La corrida de hoy en Montoro son de la que hacen afición, pero con mayúsculas, hemos visto las dos caras buenas de un figurón del toreo. Por una parte poderosísimo; con su complicadísimo primero ha estado sencillamente sublime, le ha aguantado parones, embestidas a arreones, varias veces el toro se ha revuelto buscando tobillos y todo lo que pasaba por allí intentando hacer presa, y ha sido capaz de someterlo, trangándole lo que paracía imposible y llevándolo largo y por abajo, muy, muy por abajo.
Increibles los muletazos mandones que le ha instrumentado por ambos pitones, con una disposición y unas ganas que más parecía un novillero que estuviera jugándoselo todo a una carta que un figurón del toreo en sus cómodas circunstancias. Le pidieron el rabo, claro que en estas circunstancias lo de menos son los "despojos".
En el cuarto, el del escándalo, la cosa ha ido por otros derroteros. Finito ha dado una lección sublime de toreo de arte, de temple y exquisitez absoluta. Se le ha visto disfrutar con absoluta suficiencia, una tranquilidad, un relajo y una manera de torear increibles. Por ambos pitones se han sucecido muletazos sublimes, llevándolo hasta atrás con una facilidad insultante.
Me llama justo ahora un compañero que ha visto la grabación de la faena y me cuenta que han sido doscientos cinco muletazos los que le ha pegado al bravo "Langosto" Finito. Desconozco si alguien alguna vez ha visto una faena semejante, baste decir que han sido exactamente veintitres minutos pegándole muletazos a este toro, además pases exigiéndole mucho, sin aliviarlo en ningún momento.
Cada vez que se perfilaba para estoquearlo los tendidos eran un clamor impidiéndoselo. Tal era el griterío que ni siquiera se han escuchado los "avisos". Si después de estas cifras que he dado más arriba, alguien cree que ese toro no era merecedor de indulto porque estaba en una plaza de tercera, es un absoluto desconsiderado y un malísimo aficionado, aparte de alguien muy insensible.
No está la fiesta hoy día sobrada de toros como éste; habría sido algo justo, lícito y sobre todo necesario que "Langosto" estuviera a estas horas viajando de vuelta a su dehesa.
En definitiva, una tarde de toros donde la actuación de Finito de Córdoba, en cierto modo, eclipsó la actuación de sus compañeros, y donde la gente salió segura de haber contemplado algo mágico, algo que no se ve a menudo, y algo que a pesar del afán de protagonismo del presidente, quedará para siempre en la memoria de los que ha tenido la dicha de estar hoy en el coso de Montoro, y además borrachos de toreo, borrachos de toreo del "güeno".
Y la memoria me lleva a aquella tarde otoñal. Sirvan las siguientes líneas, y las imágenes que anteceden lo presente, para alumbrar más aún el deseo de presenciar algo grande del maestro. Ese será, justo en el día de su 36 cumpleaños, el mejor regalo para todos.
BORRACHERA DE TOREO. Por: Fidel Arroyo. Montoro, 8 de octubre de 2004.
La corrida de hoy en Montoro son de la que hacen afición, pero con mayúsculas, hemos visto las dos caras buenas de un figurón del toreo. Por una parte poderosísimo; con su complicadísimo primero ha estado sencillamente sublime, le ha aguantado parones, embestidas a arreones, varias veces el toro se ha revuelto buscando tobillos y todo lo que pasaba por allí intentando hacer presa, y ha sido capaz de someterlo, trangándole lo que paracía imposible y llevándolo largo y por abajo, muy, muy por abajo.
Increibles los muletazos mandones que le ha instrumentado por ambos pitones, con una disposición y unas ganas que más parecía un novillero que estuviera jugándoselo todo a una carta que un figurón del toreo en sus cómodas circunstancias. Le pidieron el rabo, claro que en estas circunstancias lo de menos son los "despojos".
En el cuarto, el del escándalo, la cosa ha ido por otros derroteros. Finito ha dado una lección sublime de toreo de arte, de temple y exquisitez absoluta. Se le ha visto disfrutar con absoluta suficiencia, una tranquilidad, un relajo y una manera de torear increibles. Por ambos pitones se han sucecido muletazos sublimes, llevándolo hasta atrás con una facilidad insultante.
Me llama justo ahora un compañero que ha visto la grabación de la faena y me cuenta que han sido doscientos cinco muletazos los que le ha pegado al bravo "Langosto" Finito. Desconozco si alguien alguna vez ha visto una faena semejante, baste decir que han sido exactamente veintitres minutos pegándole muletazos a este toro, además pases exigiéndole mucho, sin aliviarlo en ningún momento.
Cada vez que se perfilaba para estoquearlo los tendidos eran un clamor impidiéndoselo. Tal era el griterío que ni siquiera se han escuchado los "avisos". Si después de estas cifras que he dado más arriba, alguien cree que ese toro no era merecedor de indulto porque estaba en una plaza de tercera, es un absoluto desconsiderado y un malísimo aficionado, aparte de alguien muy insensible.
No está la fiesta hoy día sobrada de toros como éste; habría sido algo justo, lícito y sobre todo necesario que "Langosto" estuviera a estas horas viajando de vuelta a su dehesa.
En definitiva, una tarde de toros donde la actuación de Finito de Córdoba, en cierto modo, eclipsó la actuación de sus compañeros, y donde la gente salió segura de haber contemplado algo mágico, algo que no se ve a menudo, y algo que a pesar del afán de protagonismo del presidente, quedará para siempre en la memoria de los que ha tenido la dicha de estar hoy en el coso de Montoro, y además borrachos de toreo, borrachos de toreo del "güeno".