Hoy volvemos a caminar por la senda del recuerdo. Volvemos a palpar la grandeza del toreo cuando viene desde dentro y queda grabado en la retina para siempre.
Atiendo hoy una petición hecha ayer, y me alegro de poder contar con esta joya para mostrarla. Gracias a Luis Miguel Parrado por escribir lo que sigue (Revista 6 Toros 6) y por su diligencia al enviármelo... y gracias a ese "anónimo", al que creo conocer, por su rapidez y agudeza al proponerme que lo publicara. Ahí queda...
Disfruten...
MUCHAS GRACIAS, MAESTRO. Por: Luis Miguel Parrado. Montoro, 8 de octubre de 2004.
Gracias por ponernos los vellos como escarpias a los que tuvimos la suerte de estar en la plaza. Gracias por reencontrarnos con el toreo de verdad, ese que sólo se paladea muy de tarde en tarde, cuando los hados de la tauromaquia hacen que un genio sea visitado por la diosa inspiración.
Porque, con la muleta en la mano se podrá estar igual - algo difícil, créanme- pero mejor que como usted anduvo durante la jumera de toreo de Montoro, imposible. Y es que, tanta técnica, toda esa naturalidad sin el mínimo artificio ni el menor esfuerzo, donde las prisas no existen y todo fluye con relajo, compás, enjundia y suave pulso al que acompaña una parsimoniosa majestad, sólo es potestad de los elegidos. Pero es que además, tan de verdad anduvo con el excelente cuarto- al que un palco cruel, burdo, e insensible condenó a muerte- como en su primero, un toro manso, brusco, descompuesto e incierto con el que anduvo magistral, tanto, que hasta lo hizo parecer bueno. Así que, gracias, y la próxima vez que le de la buenas tardes, Juan Serrano "Finito de Córdoba", permítame que lo llame de usted, y de maestro, porque en el toreo el respeto siempre se llevó a ley.
Atiendo hoy una petición hecha ayer, y me alegro de poder contar con esta joya para mostrarla. Gracias a Luis Miguel Parrado por escribir lo que sigue (Revista 6 Toros 6) y por su diligencia al enviármelo... y gracias a ese "anónimo", al que creo conocer, por su rapidez y agudeza al proponerme que lo publicara. Ahí queda...
Disfruten...
MUCHAS GRACIAS, MAESTRO. Por: Luis Miguel Parrado. Montoro, 8 de octubre de 2004.
Gracias por ponernos los vellos como escarpias a los que tuvimos la suerte de estar en la plaza. Gracias por reencontrarnos con el toreo de verdad, ese que sólo se paladea muy de tarde en tarde, cuando los hados de la tauromaquia hacen que un genio sea visitado por la diosa inspiración.
Porque, con la muleta en la mano se podrá estar igual - algo difícil, créanme- pero mejor que como usted anduvo durante la jumera de toreo de Montoro, imposible. Y es que, tanta técnica, toda esa naturalidad sin el mínimo artificio ni el menor esfuerzo, donde las prisas no existen y todo fluye con relajo, compás, enjundia y suave pulso al que acompaña una parsimoniosa majestad, sólo es potestad de los elegidos. Pero es que además, tan de verdad anduvo con el excelente cuarto- al que un palco cruel, burdo, e insensible condenó a muerte- como en su primero, un toro manso, brusco, descompuesto e incierto con el que anduvo magistral, tanto, que hasta lo hizo parecer bueno. Así que, gracias, y la próxima vez que le de la buenas tardes, Juan Serrano "Finito de Córdoba", permítame que lo llame de usted, y de maestro, porque en el toreo el respeto siempre se llevó a ley.