sábado, 6 de octubre de 2007

EL ARTE Y EL SABER (MI CRÓNICA DE MONTORO)

Montoro (Córdoba). Casi tres cuartos de entrada. Cinco toros de Garcigrande y uno (6º) de García Jiménez. Corrida justa de presentación, baja de raza y mansa en general.

Finito de Córdoba: Estocada corta trasera (una oreja), Estocada (dos orejas), Pinchazo, media y tres descabellos (ovación).

El Fandi: Estocada (dos orejas), Estocada (dos orejas), Estocada y descabello (una oreja).


Acudíamos a Montoro, un año más, a la cita con el arte. Y nos llevamos, además de arte, una gran lección de saber. No tuvo Finito ningún toro apto para el triunfo grande, ningún colaborador que, a priori, posibilitara ver faena rotunda y reposada, pero ahí surgió el maestro, el sabio, el torero poderoso que también nos hace disfrutar, porque además ha sido capaz de dibujar pasajes llenos de belleza y momentos de rotunda torería.

Con su primero, parado desde que salió de toriles, dejó constancia de su predisposición y ganas, toreando siempre para el toro, pues no había otra manera, y alargando la embestida a medida que avanzaba la faena.

Con el segundo llegó la clase magistral. Primero sacándoselo a los medios con verónicas relajadas y sentidas. El de Garcigande se rajó descaradamente ya en banderillas y empezó la faena huidizo y sin fijeza. Finito quiso y supo buscarle los terrenos, le dejó la muleta en la cara y ahí brotaron los muletazos con más aroma de la tarde. Redondos interminables, pues las series, al dejarle la muleta tan puesta, se convertían en circulares majestuosos, con los toques justos y necesarios, y la figura desmayada. De arte y de saber. Como de arte fueron cuatro naturales y tres remates de cartel a modo de tricherillas y cambios de mano. El cirre, por bajo y acompasado, terminó de engalanar una faena magistral. Estocada y dos orejas.

Otras dos hubiese cortado al quinto de acertar con la espada. Aquí Juan volvió a mostrar frescura, claridad de ideas y una dimensión extraordinaria. Nuevamente llevó largo al animal, le extrajo redondos poderosos y naturales quebrados, que por ahí el toro transmitía más emoción. Cuando saludaba la gran ovación sólo había que mirarle a la cara para comprobar como de feliz se puede se puede llegar a ser cuando se sabe lo que se hace y además se hace así como lo hace El Fino.

Del Fandi, que se llevó un palizón en sus dos primeros toros, con el primero entrando a matar y con el segundo al abrise de capote, me gustó su faena a su primero, premiada con dos justas orejas, pues en la muleta (siempre fiel a su concepto) mantuvo el tono mostrado con las banderillas. Con los otros dos mostró su insuperable faculad en banderillas y su siempre demostrada porfía muletera por mucho marmolillo que tenga delante.

Una pregunta, reflexión o deseo: ¿No sería bonito ver al Fino el próximo año en Montoro cerrando temporada con seis toros?. Sería cuestión de proponérselo, pues seguro que le apetece.