miércoles, 28 de mayo de 2008

CÓRDOBA: TOCA ESPERAR

Es lo que queda, tras tardes así. Dentro de un encierro deslucido, falto de clase, e incluso con algún toro de verdadera guasa, excepto el buen segundo, al Fino le ha correspondido en primer lugar un animal que topaba en vez de embestir, sin un ápice de calidad y mucho menos de recorrido. Un toro para cualquier cosa menos para hacer el toreo que, guste o no, es lo que sabe hacer Juan Serrano. Por eso, y a pesar del enfado generalizado en los tendidos, había que irse a por la espada, aunque eso si, se debería haber manejado con más acierto. La bronca forma parte de esta fiesta, y así se ha producido, pero, como siempre digo, hasta ahí debe llegar la expresión popular. Lo demás, la falta de respeto, el insulto y la descalificación siempre sobran, y a algunos les ha sobrado esta tarde.

En el cuarto, muy falto de raza, Juan ha querido y mucho. Sin probaturas ha iniciado la faena en el centro del ruedo y ha enjaretado un par de series de verdadero gusto en redondo. Sinceramente, ha habido dos muletazos en los que la plaza ha crujido como no lo ha hecho en toda la tarde. Hablo, por supuesto, del olé rotundo, no del ¡uy! ni el ¡ay!. Al coger la izquierda el toro ha comenzado a amagar con rajarse, a salir distraido, y a deslucir los muletazos. El final, con la derecha, y el toro muy a menos, nuevamente ha tenido respuesta en el tendido. El fallo a espadas ha dejado sin premio el esfuerzo.

Al final, y mientras el gentío se agolpaba en la puerta de Los Califas para ver salir en hombros a Tomás, yo me he ido a la de cuadrillas. Tenía la necesidad de acercarme a Juan y estrecharle la mano. "Animo maestro, el viernes te esperamos", le he dicho. Y así será.