lunes, 5 de mayo de 2008

JEREZ: CON LA MIEL EN LOS LABIOS

Una gran decepción me invadía ayer al doblar el cuarto toro de la tarde en Jerez. A decir verdad, la decepción se apoderó de mí cuando, ya al acudir al primer capotazo, el de Parladé echó la persiana y apenas se movió en el resto de la lidia.

Una pena, la verdad, pues en el primero, que había embestido con calidad por el lado derecho, pudimos ver templados y bellos pasajes del Fino en una faena justa de duración, condicionada por el poco fondo del astado. Anteriormente, ya había dejado algunas verónicas de bella factura rematadas con una buena media, y si bien la faena de muleta no pudo ser redonda, perdiendo continuidad por el pitón izquierdo y no pudiendo ser rematada al final como el torero hubiese querido, con remates por bajo y a dos manos, por ejemplo, ya que el toro se paró, en caso de haber acertado con la espada se hubiese pedido la oreja con cierta intensidad. Y digo "cierta", pues me sorprendió la lentitud y frialdad con la que la plaza fue entrando en una faena que tuvo muletazos buenos desde su inicio, por mucho que fuese en el primer toro.

Y me sorprendió también, a la par que me disgustó, ver como algún sector despedía al torero con pitos al final del festejo, cuando se había visto perfectamente que su segundo no le había dejado dar un pase. Pero en fin, eso es lo de menos a estas alturas.

No obstante, me quedo con la contrariedad de no haberle podido ver rematar una buena tarde, de lo que sin duda llevaba camino. Una tarde en la que, en mi opinión, era importante dar una buena dimensión, por el lugar y por las circunstancias que habían rodeado la composición de los carteles, argumento al que alguno seguramente se agarró para verter sus protestas al final de la corrida. Por eso seguramente me dio más rabia ver como Juan se estrellaba con el marmolillo segundo de su lote, sin poder hacer nada por remediar la situación.

Y me quedo, por encima de todo eso, con los sensacionales muletazos a su primero, pues fueron justo eso, muletazos largos, templados y con gusto, algo que dista mucho de ser simples "detalles", aunque algunos, al despedir a los toreros, parecían haberlo olvidado.

Foto: Burladero.com