jueves, 10 de diciembre de 2009

CÓRDOBA LATÍA EN ACHO

Fueron momentos bonitos, instantes preciosos, casi mágicos. Una noche que envuelta en el misterio del tener que componer imágenes con los sonidos que llegaban a través de las ondas tenía un sabor especial, y que nos regaló sensaciones únicas.

Era Córdoba, y latía en Acho. Lo hacía desde el instante mismo en que un torero de esta tierra, con marchamo de Califa, pisaba su bicentenario ruedo, llevándola en su nombre, en su sentir y en su recuerdo. También, desde el mismo momento en que muchos cordobeses conectábamos con las voces y el ambiente que nos transmitían lo que ocurría. Desde que algunos, a través de un chat y del teléfono, compartíamos la emoción de ese directo, el deseo previo y la realidad posterior.

Córdoba latía en una faena exquisita. Una faena en la que 20 o 25 muletazos bastaban para esculpir un sueño. Faena como un poema. Como un soneto en el que sólo unos versos dibujan casi una vida y expresan un sentimiento. Porque en sus versos (perdón, muletazos), hubo rima, hubo cadencia, hubo ritmo, estética, compás, hubo pureza y verdad, torería, hondura, eternidad...

... Y hubo Córdoba, siempre Córdoba. La que late en su muleta cuando acaricia sentidos y remueve a quien contempla. La Córdoba que lo acompaña, la suya y la nuestra. La Córdoba que latía en Acho con los pulsos de sus muñecas.


Fotos: Agustín y Lula Cebrecos (aficionperu.com y Toros en Acho)