martes, 10 de agosto de 2010

LA HONDURA DEL TOREO DE CAPOTE (Por Gabriel Camero*)


Aún permanecía el calor sofocante en el ambiente cuando salió el cuarto toro de la tarde. Hablamos de Villanueva de Córdoba, este pasado sábado día siete de agosto.

El sol medio escondiéndose cuando salta al albero el cuarto de Ortigao Costa. El Maestro tiene la mirada concentrada, curtido en mil batallas o en más de mil. Su voluntad le pide dejar buen sabor de boca a una afición que en la retina tiene grandes actuaciones suyas, sin ir más lejos la del pasado año.



Y entonces llega la verónica. Diferente cada una a todas, cargando la suerte y sin final los vuelos del capote, como un pozo. Hondas. Le pega tres a cuál más bella, a cuál más importante, a cual más de pintura a oleo caro. Verónicas hay cientos, de mil matices y mil gustos. Agitanadas, aflamencadas, a pies juntos y no tan juntos…pero las del Maestro tienen algo único, ese toque de muñecas sutil y una elegancia de pasarela.

Si no se para el de ortigao hubiera estado hasta el día siguiente toreándolo de capa, pero se paró y no dejó el remate para la memoria de las retinas.

Llega la hora de la muleta, el público se calla entre si, se pide silencio y los ojos permanecen atentos. Fino lo saca a los medios. Le pone la derecha y lo lleva largo y profundo, el animal anda cosido a la muleta, no se puede hacer el toreo con más largura. Las cámaras de fotos en el tendido comienzan a encenderse y a inmortalizar el momento. – “Este es Fino toreando con la derecha” – dirán rato más tarde, mostrando la fotografías a los amigos. La segunda serie sigue con la misma tónica, de delante hasta el final, giro de muñecas con suavidad y ligazón, pero el animal anda justo de gasolina, como en general todo el encierro.



La música suena. La escenografía coge empuje. Un torero de elegante planta y un toro, frente a frente, una muleta entre medio. El vuelo de algún pajarillo, el ocaso del sol, la piedra de la plaza caliente. El Maestro se ajusta las hombreras, escucha el pasodoble. Cita a media distancia pero el animal ya no está para más guerra. Es al final de la tanda cuando liga los pases y termina con el de pecho.

Termina la faena con un animal vencido. Con detalles, naturales despaciosos, trincherazos, molinetes y caminar por la plaza distinguido. La espada se resiste pero ahí quedan esas verónicas sin final, ahí queda el estar por la plaza y la torería. Y el aficionado de Sierra Morena se pone en pié y saca al torero a saludar, palmas en alto. Y reconoce, reconoce el arte, la majestad. Y el toreo de Juan Serrano “Finito de Córdoba”.

* Gabriel es un joven escritor malagueño con el que coincidí el pasado sábado en Villanueva. Fue una satisfacción para mí que me hablara de que conocía el blog, que reconociera mi pequeña contribución desde este rincón, así como que me pidiera colaborar en él con su impresión sobre la actuación del maestro en el coso jarote. Sus dotes literarias, su afición y su sensibilidad han quedado patentes en su escrito. Enhorabuena.

Fotos: Rafa Sánchez / Salvador Giménez.