lunes, 20 de abril de 2009

CRÓNICA DE UN AGRADABLE Y EMOTIVO ENCUENTRO

Un año más el Club Taurino Finito de Córdoba y su Tauromaquia ha celebrado su tradicional comida en el Parador Nacional de la Arruzafa, homenajeando a su titular, el maestro Fino, así como a diferentes socios y personalidades destacadas, como ha sido el caso este año del matador de toros cordobés Fernando Tortosa, en su cuarenta aniversario de alternativa. Del mismo modo se homenajeo al socio Ricardo Muñoz, al que se le impuso la insignia de oro y brillantes del club, en reconocimiento a su entrega y colaboración desinteresada con la entidad, así como a Ángel Campos, miembro fundador e incansable dinamizador de muchas de sus actividades.

Así mismo, se distinguió como Socio de Honor al doctor D. Rafael Comino Delgado, persona muy ligada al Club desde hace años y que en palabras de Manuel Cuevas, presidente del mismo, "siempre ha estado dispuesto a todo lo que le hemos pedido". El Dr. Comino recordó los inicios de su relación con el Club, así como con el maestro, para el que tuvo emotivas palabras, como torero y como persona, y que dejó una frase que a mi me encantó, "Me dicen que yo hablo bien de Juan porque soy su amigo. Craso error, pues justamente el ser su amigo y conocerlo es lo que hace que sólo tenga cosas buenas que decir de él, pues como persona es excepcional y como torero, que os voy a contar..."

Todos los homenajeados tuvieron palabras de agradecimiento hacia la entidad, así como hacia el maestro, al que coincidieron en definir como el auténtico motor y punto de unión entre la gran familia que es el Club Taurino Finito de Córdoba y su Tauromaquia.

El maestro se dirigió a los asistentes de forma clara y cercana, demostrando una vez más su verbo fácil, natural y sincero, agradeciendo todo el apoyo y la fidelidad que su club le muestra de manera continuada desde hace ya tantos años, justo ahora que se cumplen veinte desde que debutó con picadores y va hacia su decimoctavo aniversario como matador de toros. Confesó que se encuentra bien físicamente, muy ilusionado y mentalizado, motivado por afrontar los próximos compromisos, como el de Sevilla del próximo domingo, "aunque primero está el de Palos de la Frontera el sábado, no hay que olvidarlo", matizó acertadamente. Analizó también lo que dio de si la pasada temporada, destacando las tardes más importantes tanto desde el punto de vista artístico como desde los aspectos más personales, explicando como se sintió la tarde del 22 de agosto en Málaga, donde recibió los tres avisos y le devolvieron un toro al corral. Sinceramente, Juan nos emocionó relatando como pasó las horas siguientes a la corrida "con mucha pena y amargura", y como fue recapacitando para venirse arriba, mientras en la soledad de la habitación del hotel veía las noticias con reportajes sobre el trágico accidente aéreo de Barajas, ocurrido dos días antes. "Justo ahí entendí que no tenía sentido estar hundido por lo que a mí me había pasado, pues la verdadera tragedia era lo que estaba viendo en el televisor, y que tenía que dar gracias a Dios por tener salud, que es lo más importante de esta vida. Así, el día siguiente me vestí de torero para volver a torear, en Constantina, e indulté un toro cuando mucha gente estaba ya comentando que lo dejaba, que cortaba la temporada".

Seguidamente relató otra tarde importante, la de Cuenca el 24 de agosto, con José Tomás y Perera, "Era el primer enfrentamiento entre ellos, y la prensa había centrado en eso toda su atención, lo cual es lógico, pero por otra parte yo me había sentido ninguneado, no me sentía respetado, y eso creo que es lo más importante, por eso era una tarde en la que me veía con ganas de vestirme de torero e ir a la plaza". "Por suerte, Dios quiso que mi primer toro embistiera, y ahí pude dejar mi tarjeta de presentación, cortando una oreja. Al siguiente le corté dos. La tarde fue bien, todos triunfamos, y al día siguiente la prensa ya no sólo hablaba del enfrentamiento Tomás-Perera, pues también tenían que reconocer el toreo que yo había realizado".

Destacó el maestro muy especialmente el papel que juega su familia en su profesión ya que "me permiten realizarme y llevar a cabo esta tarea tan difícil, aunque es verdad que cada vez cuesta más trabajo dejarlos en casa para ir a jugarme la vida a la plaza". En este sentido, una de las tardes más emotivas de la pasada temporada y de su trayectoria fue la del 31 de agosto en Mérida, "Apenas había dormido, ya que sobre las tres de la madrugada anterior nació mi hijo Juan Rodrigo. Cogí el coche y me fui para Mérida. Pedí que no me llamaran para comer, aunque apenas puede conciliar el sueño. Llegué a la plaza muy cansado, aunque aliviado en el recuerdo de haber tenido a mi hijo en los brazos y de que todo hubiese salido bien". Esa tarde, como recordarán fue de mucha altura en lo artístico, pero fue un gustazo escuchar de boca del maestro las sensaciones vividas. "En el primer toro la cosa fue bien, me había sentido a gusto por momentos, pero antes de mi segundo José María Manzanares hizo una faena muy grande, y os confieso que ha sido una de las veces que más he disfrutado viendo a un compañero desde el callejón. Recuerdo que cuando acabó de dar la vuelta al ruedo con las dos orejas le dije que mejor ya nos íbamos porque era imposible rayar a su altura. Salió mi toro y la verdad es que tuvo mucha calidad aunque poquita fuerza. Duró lo que tuvo que durar, pero en ese tiempo pude sentirme muy a gusto, y al irme de la cara del toro podía comprobar que todo el mundo estaba de acuerdo y veía en el callejón a mis compañeros, José Mari y Cayetano, disfrutando también. Me llegaron al pedir el rabo. No se si había estado mejor o peor que José Mari pero si se que lo que había sentido era muy grande, por todo que ya había acumulado, por el día tan señalado del nacimiento de mi hijo, etc... El caso es que al llegar al callejón, Manzanares me dijo algo muy bonito: Te querías ir y yo me hubiese quedado sin ver lo que he visto". Sinceramente, fue muy emocionante el que el maestro nos hiciera partícipes de estos recuerdos y de tan grandes sensaciones.

Volviendo al ya mencionado veinte aniversario de su debut con picadores, durante la jornada se proyectaron varias imágenes de las temporadas de novillero del Fino, y por parte del Club Calerito de Córdoba se le entregó un recuerdo consistente en una fotografía recibiendo uno de los premios que conquistó como novillero triunfador de la feria de mayo cordobesa, en las temporadas 89 y 90.

Finalmente, y en reconocimiento a su trayectoria, el Club Taurino Finito de Córdoba entregó al maestro el Trofeo Finito de Córdoba "A la Calidad en el Toreo", un trofeo que como ya les comenté será puesto en juego a partir de la próxima feria en Córdoba.

Además de la gran mayoría de los socios del Club Taurino, el acto contó con destacadas presencias como la de D. Joaquín Criado Costa, director de la Real Academia de Ciencias, Bellas Letras y Nobles Artes de Córdoba y Dª Mercedes Valverde Candil, directora de los Museos Municipales de Córdoba, entre los que se encuentra el Museo Taurino. Del mismo modo, destacó la presencia de otros matadores de toros cordobeses, como José María Montilla, Agustín Castellano "El Puri" y Alfonso González "Chiquilín", además del ya nombrado y homenajeado Fernando Tortosa.

Fotos: Ángel Campos.