



Seguidamente relató otra tarde importante, la de Cuenca el 24 de agosto, con José Tomás y Perera, "Era el primer enfrentamiento entre ellos, y la prensa había centrado en eso toda su atención, lo cual es lógico, pero por otra parte yo me había sentido ninguneado, no me sentía respetado, y eso creo que es lo más importante, por eso era una tarde en la que me veía con ganas de vestirme de torero e ir a la plaza". "Por suerte, Dios quiso que mi primer toro embistiera, y ahí pude dejar mi tarjeta de presentación, cortando una oreja. Al siguiente le corté dos. La tarde fue bien, todos triunfamos, y al día siguiente la prensa ya no sólo hablaba del enfrentamiento Tomás-Perera, pues también tenían que reconocer el toreo que yo había realizado".
Destacó el maestro muy especialmente el papel que juega su familia en su profesión ya que "me permiten realizarme y llevar a cabo esta tarea tan difícil, aunque es verdad que cada vez cuesta más trabajo dejarlos en casa para ir a jugarme la vida a la plaza". En este sentido, una de las tardes más emotivas de la pasada temporada y de su trayectoria fue la del 31 de agosto en Mérida, "Apenas había dormido, ya que sobre las tres de la madrugada anterior nació mi hijo Juan Rodrigo. Cogí el coche y me fui para Mérida. Pedí que no me llamaran para comer, aunque apenas puede conciliar el sueño. Llegué a la plaza muy cansado, aunque aliviado en el recuerdo de haber tenido a mi hijo en los brazos y de que todo hubiese salido bien". Esa tarde, como recordarán fue de mucha altura en lo artístico, pero fue un gustazo escuchar de boca del maestro las sensaciones vividas. "En el primer toro la cosa fue bien, me había sentido a gusto por momentos, pero antes de mi segundo José María Manzanares hizo una faena muy grande, y os confieso que ha sido una de las veces que más he disfrutado viendo a un compañero desde el callejón. Recuerdo que cuando acabó de dar la vuelta al ruedo con las dos orejas le dije que mejor ya nos íbamos porque era imposible rayar a su altura. Salió mi toro y la verdad es que tuvo mucha calidad aunque poquita fuerza. Duró lo que tuvo que durar, pero en ese tiempo pude sentirme muy a gusto, y al irme de la cara del toro podía comprobar que todo el mundo estaba de acuerdo y veía en el callejón a mis compañeros, José Mari y Cayetano, disfrutando también. Me llegaron al pedir el rabo. No se si había estado mejor o peor que José Mari pero si se que lo que había sentido era muy grande, por todo que ya había acumulado, por el día tan señalado del nacimiento de mi hijo, etc... El caso es que al llegar al callejón, Manzanares me dijo algo muy bonito: Te querías ir y yo me hubiese quedado sin ver lo que he visto". Sinceramente, fue muy emocionante el que el maestro nos hiciera partícipes de estos recuerdos y de tan grandes sensaciones.

Finalmente, y en reconocimiento a su trayectoria, el Club Taurino Finito de Córdoba entregó al maestro el Trofeo Finito de Córdoba "A la Calidad en el Toreo", un trofeo que como ya les comenté será puesto en juego a partir de la próxima feria en Córdoba.
Además de la gran mayoría de los socios del Club Taurino, el acto contó con destacadas presencias como la de D. Joaquín Criado Costa, director de la Real Academia de Ciencias, Bellas Letras y Nobles Artes de Córdoba y Dª Mercedes Valverde Candil, directora de los Museos Municipales de Córdoba, entre los que se encuentra el Museo Taurino. Del mismo modo, destacó la presencia de otros matadores de toros cordobeses, como José María Montilla, Agustín Castellano "El Puri" y Alfonso González "Chiquilín", además del ya nombrado y homenajeado Fernando Tortosa.
Fotos: Ángel Campos.