En muy contadas ocasiones se habrá podido reunir tanto verso y tanto arte en torno a la figura de un torero. El salón de los califas en la plaza de toros de Córdoba acogió el acto Aroma de torería, versos de un sentimiento a cargo de Juan Jesús Espinosa. El público, que llenó a rebosar esta estancia de la plaza cargada de aroma taurino, vivió una auténtica borrachera de sensibilidad desde el mismo momento en que Espinosa tomó el atril.
Antes se pudieron escuchar las emocionadas palabras del presidente del Club Taurino Finito de Córdoba, Manuel Cuevas, que alentó a los presentes a disfrutar de cada minuto que durara el acto. Y como no, para una celebración de bandera, un presentador de excepción. La presentación recayó en Luis Miguel Parrado que ya presagió con sus palabras la intensidad de una noche que acababa de comenzar.
En las primeras filas de asientos estaban situados representantes del mundo taurino así como de la política municipal y provincial. Se pudo ver al concejal de Festejos de Córdoba, Marcelino Ferrero, al alcalde de Aguilar de la Frontera, Francisco Paniagua o al delegado de Agricultura de la Junta, Francisco Zurera, así como entre el público caras conocidas del toreo cordobés, profesionales del toro que dieron importancia a esta cita cultural. Y, por supuesto, el propio maestro Juan Serrano “Finito de Córdoba”, que seguramente en estos momentos previos no atisbaba aún la grandiosidad del acto que estaba por empezar.
La luz se hizo más tenue y el espacio se llenó de aroma a romero. Un olor que lo envolvió todo mientras permanecía iluminado un rincón del escenario en el que se habían colocado de manera magistral traje y trastos del torero homenajeado.
Y a continuación se hizo el silencio entre el público porque Juan Jesús Espinosa comenzó su poética disertación. Un silencio que se rompió en varias ocasiones por los arranques de palmas, vítores y olés que no podía contener un público más enfervorizado cada minuto que pasaba.
Espinosa desgranó un recorrido magistral por la vida de Finito desde sus comienzos hasta la actualidad. Un recorrido de palabra e imagen que mantuvo en una gustosa tensión continua a los asistentes que llenaban el aforo.
Y en esta ardua tarea el poeta no estuvo solo. Una voz de mujer entonó fandangos y sevillanas rememorando al torero mientras que los sones de la guitarra desgranaban intensos quejíos flamencos. Ana Belén Caballero y Antonio Jesús Pedrosa pusieron la nota musical que nunca debe faltar en una buena faena de toreo. Poesía, flamenco y toros se estaban dando la mano en una noche mágica que pasará a los anales de la historia de la tauromaquia en Córdoba. Porque, como quedó claro esa noche, no siempre esa historia se escribe en el albero de la plaza.
Durante algo más de cuarenta y cinco minutos el tiempo quedó detenido hasta que Juan Jesús Espinosa puso el broche final a su intervención. Y cómo no podía ser de otra manera lo hizo mirando al futuro sin olvidar el pasado y cargando el ambiente de sentimiento haciendo suyos aquellos versos que decían:
Otro califa ha nacío
Otro califa ha nacío
Y aunque no lo diga el tiempo
Lo dice el corazón mío.