Foto: Rafael Sánchez Pineda (Tendido 10)Rafael Rosa se encuentra guardando reposo en su domicilio tras ser herido ayer tarde en Cehegín. "Tenía que venirme para Córdoba como fuera", comenta animado el banderillero. Ha pasado la noche con molestias tanto en la zona de la cornada como en el tobillo, que poco a poco ha ido remitiendo de su gran inflamación. El esguince que padece Rafael, de entre tercer y cuarto grado, es el tipo de esguince más grave, aquel que produce rotura completa de uno más ligamentos, y que, por poner un ejemplo, a los Cristiano Ronaldo, Messi y compañía los mantendría alejados varias semanas de los terrenos de juego.
Pues bien, este hombre, Rafael Rosa, que no es un galáctico del fútbol pero si un gran profesional y buen torero, tiene la firme intención de reaparecer mañana sábado en el coso lucentino de Los Donceles. Viene al caso ahora aludir a aquello de que los toreros están hechos de otra pasta, e incluso habrá quien no le otorgue importancia a este hecho, por el simple motivo de que a las cuarenta y ocho horas de haber sido herido va a volver a enfundarse el traje de luces para salir al ruedo.
Pues va a ser que no. Ni la pasta es distinta ni la importancia es banal. Cuando mañana, dios mediante, el bueno de Rafael Rosa se abra de capote en Lucena o encare al toro para poner un par de banderillas estará demostrando que detrás de todo eso hay una profesionalidad intachable, un gran sacrificio y una gran responsabilidad. Para él se queda el día de hoy "machacándose" en el fisioterapeuta de manera intensiva, para él se queda el dolor de una cornada en una zona tan sensible, para él se queda ese afán de superación y ese esfuerzo por estar al pie del cañón, con los puntos puestos y el valor intacto. Para él, como torero y como hombre, la satisfacción de estar una tarde más con sus compañeros y su jefe de filas. Ese es el único secreto, y la grandeza de los que, además de vestirse por los pies, lo hacen de luces y con la verdad por delante.
Mañana en Lucena reaparece un torero: Rafael Rosa.
