domingo, 13 de septiembre de 2009

SIN FORTUNA EN LUCENA

No estuvo la suerte de cara en Lucena. En primer lugar porque de los mejores toros del encierro enviado por Salvador Domeq ninguno se encontraba en el lote de Finito de Córdoba, y en segundo lugar porque el más potable de ese lote, el primero, se lastimó una pezuña cuando la faena podía tomar vuelos y todo se vino abajo. A ese primero, El Fino lo recibió de capote con buen aire, destacando un par de verónicas y una media muy personal. Al toro se le hicieron las cosas bien y llegó a la muleta con recorrido aunque sin terminar de descolgar. El maestro inició la faena por bajo abriéndole caminos, y ya en redondo instrumentó dos series ayudándole mucho aunque imprimiéndole gusto y plasticidad a los muletazos, subiendo poco a poco el tono del trasteo. En la tercera serie por el derecho el toro doblo las manos y se lastimó una pezuña. Ahí se acabó. Al animal le costaba repetir, se quedaba en mitad del muletazo, y la continuidad no era posible.

El cuarto fue un toro deslucido, brusco y reservón ya desde los primeros tercios, y que nunca rompió ni se entregó. No hacía falta estar mucho rato en la cara para comprobar que no era un animal apto para hacer el toreo bueno, que es lo que El Fino hubiese querido hacer en Lucena. No pudo ser.

La nota agradable estuvo en la reaparición de Rafael Rosa, apenas cuarenta y ocho horas después de haber sido herido en Cehegín. El cordobés anduvo eficaz con las banderillas en el primer toro, y muy bien en la lidia del desagradecido cuarto.