martes, 24 de junio de 2008

CAMINO SORIA...

Pues si, que quieren que les diga. Inspirándome en aquello que cantaba ese gran aficionado a los toros que es Jaime Urrutia, sin que su Gabinete Caligari haya sido nunca de mis preferidos (será que la movida me pilló chiquitín), debo de pensar ya en la siguiente, que será allí, en Soria.

No se trata de correr un tupido velo sobre lo acontecido hoy en León, pues debo decir que, de lo que cuentan las reseñas, me alegro de que Morante haya destapado la esencias de su toreo, lamento que El Cid haya vuelto a pinchar una gran faena, y me deja sin palabras un Perera cada vez más en figura. Pero ya se sabe, si al buen aficionado le caben muchos toreros en la cabeza, en mi caso de todos los que a mi me cogen tan sólo uno me llega con total rotundidad al corazón. Y por eso el corazón no permite mi completa felicidad cuando recibo la información de la tarde.

El corazón, que soñaba con poder leer una tarde grande del Fino, debe seguir haciéndolo, pues por unas cosas o por otras esa tarde no se ha hecho realidad hoy. Y debe seguir esperando, que yo con el maestro no me canso, a que pronto vuelva a surgir la magia y el sentimiento a flor de piel de ese toreo grande que él es capaz de ofrecer.

Por eso, y terminando como empecé...

Todo el mundo sabe que es difícil de encontrar
en la vida un lugar
donde el tiempo pasa cadencioso y sin pensar
y el dolor es fugaz.
A la ribera del Duero
existe una cuidad
si no sabes el sendero
escucha esto...

...Voy camino Soria,
¿Tú hacia donde vas?
Allí me encuentro en la gloria
que no sentí jamás.

Queda lejos, en kilómetros y en euros, para estar físicamente, pero allí estaré, como hoy, de corazón, soñador y deseoso de borrar el regusto amargo de estos dos últimos días.