lunes, 6 de diciembre de 2010

RECORDANDO LIMA, UN AÑO DESPUÉS


Fue, sin duda, una noche mágica. Aquella corrida en Ancho, última del abono del Señor de los Milagros, sirvió de escenario para que El Fino bordara el toreo en una faena de muchos kilates a un noble ejemplar de Roberto Puga.


Ante la imposibilidad de poder verlo en directo, la narración radiofónica llegaba desde el coso limeño transmitiendo los sonidos que aquellos bellísimos pasajes de la actuación de Juan Serrano producían, y en el foro unos pocos finitistas compartíamos la emoción de vivir una faena "a ciegas", pero con una intensidad que calaba hondo, y despertaba mucho sentimiento.


Por encima (pero que muy por encima) del exiguo premio que recibió, la del Fino en Acho fue una faena que rozó la perfección en muchos de sus momentos, y que marcó claramente la diferencia con veinte o veinticinco muletazos sublimes, excelsos. Toda una lección de temple, de torería, de ese sabor tan personal que sólo el maestro sabe y puede imprimir a los pases cuando torea a gusto y con gusto.


Este año El Fino no está en Acho... ellos se lo han perdido.