viernes, 10 de diciembre de 2010

FESTIVAL EN LOS PALACIOS

Manuel Viera nos cuenta el drama que viven y la esperanza a la que se aferran los padres del pequeño Juan Manuel, a cuyo beneficio se celebra este Festival Taurino que, por razones obvias, no es un más.

UN NIÑO QUE QUIERE CORRER, JUGAR... VIVIR

Durante mucho tiempo así lo han hecho. No hay desgracia, desdicha o fatalidad que no pueda paliarse con la gente del toro. Ahí están siempre para hacer suya la adversidad, para poner la menor distancia posible entre la fe de unos padres y el largo camino a la esperanza. Esta es la fantástica realidad en la que se mueven estos hombres, arquetipos de una especie distinta, a cuestas con sus culpas y sus aciertos, mensajeros del optimismo y dispuestos a aliviar desde el ruedo de la plaza el dolor de los demás con lo que mejor saben hacer: torear.

El gesto de la gente del toro otra vez. Una vez más ofrecen su arte para que los ojos como platos de un niño de tres años que quiere despertar del infortunio, que quiere vivir, vuelvan a brillar tras un triste y trágico accidente aún sin final feliz.

Desde la vecina Los Palacios hasta la clínica Foltra, a escasos minutos de Santiago de Compostela, llevaron unos desesperados padres a Juan Manuel, y aunque fueron rozando siempre las lindes de la incertidumbre, se agarraron con fuerza a las asas de la esperanza. Y allí siguen, deseosos de que llegue el milagro, encerrados en un cuarto con su chiquillo y soñando en sus silencios.

Los Palacios y Villafranca han hecho suya la causa. Más de setentas firmas comerciales han dicho que no basta sólo con sufrir. Toreros y ganaderos, con su gesto, quieren ampliar la necesaria estancia en Santiago de Compostela. Ahora sólo falta acudir a esa plaza abierta a la esperanza. Ser testigo en la mañana del próximo domingo, 12 de diciembre, de lo que allí pase. Abarrotar las gradas de madera del coso portátil para compartir ese aire de necesidad que tiene la familia de Juan Manuel Ced Tirado. Un niño que quiere correr, jugar… vivir.