Las comparaciones siempre son odiosas, y en este caso más todavía, habida cuenta de la distancia que separa a los protagonistas de estas imágenes. Para empezar uno es torero y otro futbolista, uno del barça (como yo) y otro lo fue (y le quedará algo de ello) del Real Madrid. Un español y un francés (como en el chiste)... pero ante todo, y aquí vienen las semejanzas, dos artistas, dos genios y, si me lo permiten, dos galácticos en su materia. A ellos siempre les ha unido la inspiración, el don de realizar cosas mágicas e imprevisibles, la calidad, la elegancia, y también, porque no, la posibilidad de tener días grisáceos que se alejan de las musas. Mi admiración por el torero, ni falta hace ya que la postule, pero he aquí que quiero resaltar la que siempre me ha movido por el futbolista. Y es que en el fútbol, como en los toros, al buen aficionado le deben caber muchos jugadores en la cabeza, más allá de los colores.
Pues nada, ahí tienen al Fino cambiando los papeles y con el balón en los pies, en el partido benéfico organizado por El Fandi en Granada con el objetivo de recaudar juguetes para los niños desfavorecidos. En ese regate, lo que tiene frente a él no es "moco de pavo", ya que se trata de un jugador con amplia experiencia en primera división e internacional con España, el jerezano Quique Romero. Nunca vi a Zizou estirarse a la verónica, pero si como yo creo, el arte es único y sus expresiones variadas, y así los artistas podrían desenvolverse en varias facetas depurando su técnica, si el francés cogiera un capote seguro que no parecería que va a colgarlo en el tendedero.