sábado, 16 de octubre de 2010

JAÉN, NOSTALGIA DE OTOÑO

Volvía El Fino a Jaén, y con él mi sentimiento. Mi nostalgia dibujada en tantos y tan gratos recuerdos de su presencia en este coso. Esa nostalgia de otoño que susurra suave y dulce cuando hay tanta belleza en la retina, tanta herida de arte marcada en el corazón, tatuada en el alma, imborrable en la existencia.



Volvía El Fino a Jaén, y en su estela el mismo aroma. Ese perfume torero que ha derramado en un puñado de muletazos a sus dos toros, en diez o doce naturales, en quince o veinte redondos, en cuatro o cinco remates, de esos suyos, sólo suyos...


... Y en un detalle, también muy suyo, el de sacar al bueno de Manuel Muñoz, su picador durante más de dos lustros, y brindarle la muerte del cuarto toro como agradecimiento a su entrega y fidelidad hasta el mismo momento de su retirada en el día de hoy, con un puyazo cumbre a este mismo ejemplar, como tantos y tantos a lo largo de su trayectoria.


La espada y el descabello se llevaron la puerta grande, pero la ovación a la muerte del cuarto, insistente hasta obligarlo a salir a saludar, demostraba que no se habían llevado el regusto del toreo bueno, de un nuevo eslabón que unir a la cadena de una nostalgia que esta tarde en La Alameda me susurraba suave, endulzada con cada muletazo, eterna y honda como el sentimiento que aún hoy sigue vivo y latiendo, y sigue siendo realidad.

Fotos: Luis Miguel Parrado.