martes, 6 de abril de 2010

6 CRÓNICAS 6 (A LUIS MIGUEL PARRADO)

Tengo la suerte, y ya lo he comentado aquí en más de una ocasión, de haber podido hacer buenos amigos a lo largo del tiempo que llevo navegando por esta blogosfera taurina cada vez más heterogénea, algo muy bueno, y a la vez más crispada, lo que a la larga pasará factura, aunque eso es otra historia que la dejo en manos de quienes se quieran mover en dichos lodos.

Uno de los mejores amigos que he hecho en este tiempo es Luis Miguel Parrado, "Parrado, el de 6 Toros 6", para que me entiendan algunos. No voy a descubrir aquí su indiscutible sapiencia sobre todo lo concerniente al toro, pues ya se encarga él de demostrarlo con creces cada vez que sienta cátedra con una ponencia o con un reportaje campero que destila elegancia y gusto por la cosas bien hechas, así como en cada uno de los posts con los que nos deleita en su blog "Los Caminos del Toro", que nació casi a la par que éste. No lo voy a descubrir ahora, entre otras cosas porque ya lo descubrí hace bastantes años, mucho antes de conocerlo en persona, por lo que llegado ese primer contacto personal ya tenía ganada mi total admiración, además de por su sapiencia, por su demostrada independencia, claridad y honestidad profesional. Lo que descubrí a partir de nuestra primera conversación fue que en lo personal no le va nada la zaga, y es que ese Parrado, "el de Andújar", es tanto o más valioso que el "Parrado de 6 Toros 6", por lo que hoy por hoy puedo decir que ya admiro a ambos, pues en una muestra más de autenticidad, me han demostrado ser el mismo.

No faltan, claro está, condimentos sabrosos para que esta amistad fortalezca su lazos, y uno de ellos es el gusto por el toreo de Juan Serrano "Finito de Córdoba", un toreo que el amigo Luis Miguel Parrado ha explicado y cantado como pocos en varias crónicas a lo largo de su trayectoria, y en las que he tenido un segundo escenario para la emoción, tras haber vivido esas faenas en el tendido de la plaza.

Hoy, porque sí, y haciendo mías unas palabras del propio Luis Miguel, voy a "embarcar" seis bonitos recuerdos, en forma de crónicas e imágenes, de aquellos que me pusieron el vello de punta en la plaza, de la mano del maestro Fino, y posteriormente con la lectura de su descripción, de la mano del maestro Parrado.

Va por ti, amigo Luismi. Con todo cariño y admiración. Gracias por estas joyas y por las que sigues dejando en el camino, en tus "caminos del toro", pues como bien dijo quien tú y yo sabemos "Siempre nos quedará el blog..."

CÓRDOBA, 24/05/01

"EL SUBLIME CAMINO AL CALIFATO"



...Veinte minutos tan intensos como bellos había durado la lidia de “Banquero”, ejemplar de Marca que tuvo clase y nobleza, pero también la pujanza justa. El recital de Finito comenzó en los lances de recibo, cuatro monumentos a la verónica rematados con una majestuosa larga. No quedó ahí el deleite puesto que tras el primer puyazo cinceló un señorial quite haciendo nuevamente uso del lance fundamental.

Para entonces el toro ya había cantado sus virtudes, así que Juan hizo que el siguiente encontronazo con el picador no pasara de ser un mero picotazo. Acertó, al igual que ocurrió con el planteamiento del último tercio, comenzado por ayudaos, llevando mecidamente la embestida del toro para que no se quebrantara.

A partir de ahí el conjunto alcanzó unos vuelos majestuosos, pero no todo fue arte, también estuvo en todo momento presente la inteligencia. Así, Finito no prolongaba las series más allá del cuarto muletazo, rematando con el de pecho para, seguidamente, distanciarse, dar aire al animal y conseguir que éste no se afligiera.
Una vez instrumentadas las series iniciales, el matador ya andaba abstraído en su obra, relajado, sin el mínimo atenazamiento, gustando al publico, gustándose él mismo y, lo que es más importante, sintiéndose, disfrutando del toreo con una cadencia, un temple y una calidad inigualables. Primero con la diestra, “tocando” suavemente y llevando hasta el final una embestida que desde el capote había tenido mayor profundidad por ese pitón. Posteriormente, cuando el toro había comenzado a venirse abajo, cimentó en la zurda los muletazos, que a esas alturas ya necesitaban de dos y hasta tres toques para conseguir su completo desarrollo.

Todo ello lo hizo Finito con prestancia, sin la mínima brusquedad ni aspaviento, y con todo el mimo posible de sus, en esta ocasión, acariciadoras muñecas.

El epílogo, cuando el animal ya se había parado, estuvo servido a base de unos señoriales muletazos a pies juntos que resultaron auténticos carteles de toros y terminaron de poner en pie a los tendidos. Cortó dos orejas, y si no le concedieron el rabo fue debido a que la estocada estuvo precedida por un pinchazo. Pero ahora, cuando han pasado unos meses, los que allí estuvimos presentes, aún cerramos los ojos y recordamos con absoluta nitidez ese desmayo con el capote, ese trazo mayestático, esa sublime prestancia para jugar los brazos en verónicas cargadas de plasticidad, así como un manejo de la muleta a la altura solamente de los elegidos.

Y todo mientras a cada lance, a cada derechazo, a cada natural, tronaba ese ¡y... olé! seco y rotundo que suena único en esta plaza, donde casi diezmil personas tuvimos la suerte de vivir el bellísimo sueño de una tarde de primavera, protagonizado por un torero cordobés que, de seguir construyendo obras como esta, llegará sin duda al Califato.

JAÉN, 17/10/01

"DESPEDIDA DE SOLTERO A LO GRANDE"


Sólo setenta y dos horas antes de casarse con Arantxa del Sol, “Finito de Córdoba” cuajó en Jaén al toro “Diminuto”, de Buenavista, indultado tras una excelente faena. En esa corrida, celebrada el 17 de octubre en la feria de San Lucas, Juan Serrano ponía punto final a su campaña más extensa. Y no pudo finalizarla de mejor manera.

La mañana del día anterior se habían desembarcado en los corrales de la plaza seis ejemplares del hierro sevillano propiedad de Clotilde Calvo, de los que sólo cuatro superaron el reconocimiento veterinario previo. Entre ellos estaba un cinqueño marcado con el nº 57, que pasó por los pelos al dar en báscula 436 kgs., apenas uno más del mínimo establecido por el reglamento para plazas de segunda categoría. Tras el sorteo, ese toro entró en el lote de Finito de Córdoba, cuyos banderilleros decidieron que saliera por delante. La suerte estaba echada y el bonito ejemplar saldría al ruedo en tercer lugar, puesto que por delante torearían Joselito y Ponce.

Eran algo más de las siete menos cuarto de la tarde cuando el toro saltó a la arena del coso jiennense, su último destino. Finito lo lanceó con elegancia y el burel acometió con alegría. Cumplió sobradamente en varas, empujando en la primera y dejándose pegar en la segunda; no obstante, fue durante el tercio de banderillas cuando, viniéndose arriba, marcó lo que ya iba a ser una constante en su lidia: el ir siempre a más. Juan Serrano se percató de ello. Para ahormar al toro, fue decisivo el comienzo por bajo, que sirvió para suavizar la hasta entonces temperamental embestida del toro. A partir de ahí, un caudal de bravura inundó la plaza, un torrente que incluso en ocasiones podía llegar a ser desbordante. Pocos toreros del actual escalafón habrían superado con éxito la prueba, y uno de ellos fue un Finito en estado de gracia, que acertó desde el principio a llevar la embestida muy larga, a dejar la muleta puesta y a no permitir en ningún momento que el burel la tocara, lo que resultó base fundamental para que el astado tuviera cada vez mayor tranco.

Centrado sobre la mano diestra, surgieron series de hasta seis y siete muletazos ligados, en el primero de los cuales aliviaba más la embestida y la llevaba en línea recta, para posteriormente bajar ya la mano con todas sus consecuencias, lo que hacía al trazo tener estética a la vez que profundidad, pero también dominio, condición imprescindible para que el matador no se viera desbordado por la tremenda y encastada codicia que el toro había ido desarrollando a lo largo de su lidia. Y si importante fue el fondo, no menos lo fue la forma. No hubo una sola concesión a la galería ni tampoco al toreo accesorio en todo el trasteo, al final del cual el público comenzó a pedir el indulto. No fue una de esas peticiones al uso que estamos acostumbrados a ver, en las que a cierta altura de faena el diestro comienza a mirar sin disimulo hacia los espectadores y la presidencia, tratando de provocar la salida del pañuelo naranja.

Juan Serrano tan sólo volvió la cara hacia el palco justo antes de montar la espada, cuando, sin dar ni darse coba alguna, a punto estuvo de acabar con la vida del toro. Pero el presidente le indicó con un gesto ostensible que esperara. No era ni más ni menos que el tiempo necesario para saber que a la ganadera, Clotilde Calvo, le “servía” el toro y, por tanto, estaba de acuerdo con el indulto.

CÓRDOBA, 29/05/04

"FINO, GRAN SOLERA"


"La luna estaba dormía,/ la desperté, la desperté,/ Finito está toreando,/ vamos a ver...". Así comienza la letra del tanguillo "De blanco y oro" con el que el genial guitarrista Vicente Amigo homenajeó a su amigo Juan Serrano. Y esté le ha correspondido tiempo después como mejor podía hacerlo, brindándole una faena, la del cuarto. Cuentan que le dijo: "verás la que le voy a formar...". Y fue fiel a su palabra.

Quince minutos después del brindis el gran triunfo estaba consumado. Atrás quedaba una faena para el recuerdo no sólo con la muleta, puesto que Finito había lanceado con mucho gusto a la verónica y la media de remate resultó monumental. Como lo fue la brega de ese figurón de plata llamado Curro Molina y el fulgurante inicio por bajo de Juan a base de trincherillas encadenadas a pases de la firma sin la ayuda del estoque, tan sólo jugando con absoluta maestría una privilegiada muñeca.A partir de ahí el trasteo no hizo sino ir a más, pero fue al natural donde dejó en las retinas su toreo templado y profundo, en el que el brazo no era sino una suave y a la vez dominadora prolongación de la muleta.

Sin embargo, tardó mucho el presidente en conceder un indulto que, como todos, será discutido. Pero lo inapelable es que toros así nacen pocos y faenas como la de Juan Serrano sólo se degustan de tarde en tarde.Tampoco a nadie que tenga sensibilidad se le olvidarán las verónicas de recibo al que abrió plaza. Vendría como anillo al dedo decir que "paró los relojes", y casi sería verdad por el empaque, pellizco, profundidad y desgarradora belleza de esos lances, tan lentos que parecían como de salón, rematados soltando el capote a una mano con toda la majestad del mundo...

MONTORO, 08/10/04

"GRACIAS MAESTRO"


Gracias por ponernos los vellos como escarpias a los que tuvimos la suerte de estar en la plaza. Gracias por reencontrarnos con el toreo de verdad, ese que sólo se paladea muy de tarde en tarde, cuando los hados de la tauromaquia hacen que un genio sea visitado por la diosa inspiración.Porque, con la muleta en la mano se podrá estar igual - algo difícil, créanme- pero mejor que como usted anduvo durante la jumera de toreo de Montoro, imposible.

Y es que, tanta técnica, toda esa naturalidad sin el mínimo artificio ni el menor esfuerzo, donde las prisas no existen y todo fluye con relajo, compás, enjundia y suave pulso al que acompaña una parsimoniosa majestad, sólo es potestad de los elegidos. Pero es que además, tan de verdad anduvo con el excelente cuarto- al que un palco cruel, burdo, e insensible condenó a muerte- como en su primero, un toro manso, brusco, descompuesto e incierto con el que anduvo magistral, tanto, que hasta lo hizo parecer bueno.

Así que, gracias, y la próxima vez que le de la buenas tardes, Juan Serrano "Finito de Córdoba", permítame que lo llame de usted, y de maestro, porque en el toreo el respeto siempre se llevó a ley.

CÓRDOBA, 28/05/05

"LA GOMA DE BORRAR"


Hay toreros que, cuando están bien de verdad, borran con una actuación o incluso con unos cuantos muletazos todo lo que haya podido pasar en un ciclo ferial...

...Parecía como si una motivación especial le espoleara a darlo todo...

... Lo hizo el jueves y volvió a hacerlo hoy con un toro muy enrazado, nada fácil y venido arriba pese a haber cobrado de lo lindo en varas. Tanto es así que en banderillas quiso comerse a Gimeno Mora. Pero se encontró con un cuajado “Finito” que le plantó cara desde el primer muletazo, haciéndoselo todo por muy abajo, con tanta técnica y tanto poder que el animal, torrente de bravura durante gran parte de la faena, acabó embistiendo con pastueña suavidad. Y entonces llegó esa trincherilla mágica que nadie cincela con tanta belleza como Juan, encadenada esta vez a uno de la firma tan sublime que nos dejó a todos con la boca abierta. Y encima lo mató de un estoconazo.

CÓRDOBA, 23/05/07

"FINITO, NATURALMENTE"


No iba bien la tarde, había caído un tormentazo, se había retrasado media hora el festejo y los tres primeros toros no habían respondido al guión esperado. Pero salió el cuarto y el panorama cambió radicalmente. Y quien algunos malos aficionados habían sentenciado que iba a ser sólo el “tercer hombre” del cartel se convirtió en el primero por obra y gracia de unas cuantas verónicas, tan lentas y abigarradas que fueron carteles de toros rematados por una media de ensueño en los medios.

Juan Serrano, que celebraba ese día el XVI aniversario de alternativa, no paró ahí y tras ver enseguida que el pitón del toro era el izquierdo se puso a torearlo a lo grande. Al natural, naturalmente.

Siempre enganchando muy adelante para llevar la embestida hasta el infinito, siempre por abajo, toreando con las muñecas, y adornado por una estética sólo al alcance de los elegidos. Pero también con técnica, la que dan los años, el poso y la sazón, la que hace ligar cuando el toro está más entero y dar sitio entre monumentos (perdón, muletazos), cuando comienza a venirse abajo. Pero como todo no puede ser perfecto, la espada hizo que los ánimos se enfriaran.