viernes, 4 de junio de 2010

Antonio Soriano Moreno: "FINITISTA"

Cuando se vive intensamente, y con un poquito de sensibilidad, una afición tan inmensa y bella como es la tauromaquia, hay momentos que, aunque sea simples detalles que pasarían casi desapercibidos en situaciones normales, son capaces de tocarte el corazón de tal manera, y con tal fuerza, que uno ya no puede despegarlos nunca de su sentimiento ni de su memoria.

El que hoy me ocupa ocurrió lejos de un ruedo, de una tarde gloriosa, de una faena soñada, pero créanme que, para mí, llevó y lleva impregnado el aroma y el sabor más profundo del toreo eterno, por la sencilla razón de que en su esencia lleva grabado el mismo sentimiento, y su protagonista, un bujalanceño de más de ochenta años, retrató en una frase, que contenía mucho más que palabras, ese enigma inexplicable que hace grande la expresión de aficionado y/o partidario de un torero.

Sucedió allá por el mes de marzo, en una velada en la que la Peña Taurina y Cultual de esta bonita localidad cordobesa homenajeó al maestro Finito de Córdoba, y tras ella, tras contemplar la demostración de fuerza de voluntad, afición y devoción por un torero, quise saber más, conocer quien era ese hombre del que había quedado asombrado, y con el que, ciertamente, me había emocionado.

Antonio Soriano, "El Potico", es ejemplo vivo y real de la pasión por los toros. No es de extrañar, pensé luego, que con un aficionado así, y con varios más que luego tuve la ocasión de conocer, Bujalance cuente con una peña que supera los 500 socios, con una sede social que es una joya, y con una tradición taurina que entre todos se han encargado de recuperar y engrandecer, organizando festejos mayores desde hace unos años, así como difundiendo y defendiendo el arte y la cultura del toreo.

Hablar de "El Potico" en Bujalance es hacerlo de un auténtico enamorado de la fiesta, conocedor al detalle de sus peculiaridades, de su sentido, de su historia, de todo aquello que gracias a la experiencia de los años, a la afición que heredó de su padre, y al tiempo que ha dedicado a la lectura de la amplia documentación que posee, así como a los innumerables festejos que ha presenciado por todas las plazas del mundo, ha cuajado en él a lo largo de su vida, convirtiéndolo en todo un privilegiado, por sus conocimientos y por su inagotable colección de vivencias en torno a los toros.

He sabido que Antonio regentó una conocida taberna en el pueblo, "Casa El Potico", propiedad de su padre (el primer "culpable" de su afición). Un auténtico museo taurino, por todos los tesoros que adornaban sus paredes. Este local era un hervidero constante de tertulias y charlas taurinas improvisadas, y no tan improvisadas, en las que Antonio siempre sentaba cátedra, por su conocimiento y por su respeto a todas la preferencias de los contertulios. Por su taberna pasaron varios grandes del toreo, como El Cordobés, Domingo Ortega, y también sus paisanos, Antonio José y Alfonso Galán, así como Agustín Castellano "El Puri".

Hoy, lejos de aquella juventud y de aquellos años, en los que su estado de salud y sus facultades le permitían ir y venir, disfrutando de los toros en tantas plazas, Antonio sigue conservando intacta su afición, y sigue asombrando por su bien ordenada memoria, algo que hace disfrutar a los que lo conocen y departen con él cuando se trata de hablar de toros.

Por todo ello, que es admirable, vi compensado mi deseo de saber sobre él, y más aún me sentí satisfecho sabiendo que un aficionado de su categoría, que ha visto torear a tantas figuras, de varias épocas y en varias plazas, se declara y presume de ser FINITISTA. Lo pongo así, con mayúsculas, porque es que además de haber seguido a Finito y haberlo visto en muchos sitios (Madrid, Sevilla, Valencia, Nimes, Méjico, etc...), lo de aquella noche de marzo en su pueblo, Bujalance, fue para quitarse el sombrero, y para que gente como yo, finistista declarado y convencido, lo seamos un poquito menos si nos comparamos con él.

El caso fue que, a pesar de encontrarse Antonio tan delicado, y con tanta dificultad para valerse de sus piernas, no quiso perderse la estancia de Juan Serrano en su peña, y quiso acompañarlo subiendo a la segunda planta del local, donde tenía lugar el aperitivo posterior al homenaje, estando a su lado, hablando con él de toros, y siendo, en definitiva, el motivo principal por el que el maestro se quedó en ese aperitivo hasta después de la media noche, no me cabe la menor duda.

Finalizada la velada pude ver como el mismo grupo de tres o cuatro personas (familiares y amigos) que la habían ayudado a subir, no sin dificultad y prácticamente en volandas, hasta la segunda planta, tenía que ayudar a Antonio a bajar la empinada escalera para salir a la calle, y como alguno le preguntaba o cuestionaba el porque de tanto esfuerzo y tanto empeño por estar allí. En ese momento, pude escuchar como Antonio, templada pero rotundamente, afirmaba: "Estaba aquí Finito, y yo tenía que estar a su lado...".

Después de eso, a Antonio le ayudaron a salir a la calle, a fotografiarse con los miembros de la peña y con el propio Juan Serrano, y yo lo seguía contemplando, ensimismado, emocionado y admirado por tal demostración de fuerza y ganas por continuar a lado de su torero, disfrutando al menos de su compañía, ahora que la salud y los años ya no le permiten ir a la plaza, y a buen seguro haciéndole a él, a Finito, disfrutar también con su gran afición y su sabiduría. Pensé, y pienso, que ojalá no haya sido la última vez en la que Antonio "El Potico" haya podido disfrutar de "su" Fino, que ojalá, y Dios quiera, la vida le regale una nueva oportunidad para estar a su lado, aunque sea compartiendo unos minutos en su pueblo, en su peña. Y pensé también, como dije al principio, que a veces no todo lo que nos enamora de la tauromaquia sucede en el ruedo, que seguro que ejemplos como el de Antonio Soriano hay más, en aficionados y partidarios de muchos toreros, pero que éste, con esa fuerza, con esa pasión... y con esa frase, me caló hondo y me llegó al alma.

Gracias por su ejemplo D. Antonio, por su afición y su "torería", por encima de las circunstancias y de la salud. Se lo digo de verdad, de corazón, de finitista a FINITISTA.