miércoles, 29 de julio de 2009

SEGUIR A FINITO

El Fino en La Línea. Disfrutando y haciendo disfrutar...
Hace algo más de un mes leía en ABC-Córdoba un artículo de su director, Francisco J. Poyato, titulado "Los Coches que seguían a Finito". Lo publicaba a propósito de lo ocurrido el 29 de mayo en el Coso de Los Califas. En él relataba los albores de la trayectoria del Fino, la legión de seguidores que iba reclutando y esos lugares de peregrinación en los que se convertían las ciudades y plazas donde actuaba. Seguía expresando su opinión sobre el toreo de Finito, ensalzando su maestría y su arte por encima de casi todos los diestros, y opinando también sobre su negativa a dar la vuelta al ruedo en la citada tarde, expresando su disconformidad y censurando la actitud del torero. Terminaba, después de algunos giros, diciendo que a pesar de las críticas, de lo que unos u otros decían, del conformismo, del "birlongueo", de la melancolía... los coches continuaban siguiendo su estela y no cesaban.

Me acordé de esto el pasado viernes en La Línea. Hasta allí, hasta la otra punta de Andalucía, muchos coches acudieron siguiendo esa estela inexplicable, esa ilusión que siempre vuelve a renacer, esa esperanza que nunca se pierde y que se alimenta de la seguridad de saber que lo que se espera va a llegar tarde o temprano, compensando con creces la paciencia demostrada.

Sucedió allí, y afortunados fuimos los que lo vimos. La misma fortuna, días antes, habían tenido los que acudieron a un pueblo de Ávila, Las Navas del Marqués, donde el maestro confiesa haber cuajado uno de los toros más a gusto que recuerda, aunque sin rematar su obra con la espada. Sucedió también en Roquetas, donde igualmente tuve la fortuna de estar, pudiendo dar fe de que los veinte muletazos que El Fino dio a su segundo son difíciles de ver en muchas ocasiones, así como el gusto con el que manejó el capote con su primero, tanto con el titular como con el sobrero.

Yo respeto a quien no lo siga, a quien dejara de hacerlo, o a quien no piense a hacerlo nunca. Es su opción, así como la mía y la de muchos es seguir cogiendo el coche para buscar el reencuentro perpetuo con la magia del toreo, con el arte con mayúsculas, que es como sentimos lo que ejecuta el Fino cuando las circunstancias se prestan. Nuestra opción es esa, seguirlo. Una opción por la que me decanté hace años y de la que me siento orgulloso. Una opción compartida y sentida. Una opción cuyas satisfacciones compensan de sobra las decepciones, que las ha habido, las hay y las habrá, pero eso es algo de lo que uno es consciente cuando toma un camino, haciendo posible también que de esa forma luego se saboree más la miel de lo exquisito.

Seguir a Finito, así de simple. Una realidad, un presente que existe. Una prueba de que el romanticismo sigue siendo posible en la fiesta, que en tardes como las de La Línea resurge y brota una vez más, para ser estímulo y sueño, combustible inacabable para esos coches que, incansables, siguen buscando la inspiración de un momento irrepetible que invita a esperarlo, a seguir soñándolo otra vez.

Foto: Paco Guerrero