lunes, 23 de mayo de 2011

GRACIAS, MAESTRO...



Por todos los recuerdos que hoy me inundan, vestidos de emoción, de sentimiento puro y eterno, arraigados para siempre en el corazón de aquel niño que creció apasionado por la fiesta, por el arte único y bello de la tauromaquia. Por su toreo, maestro, por el suyo propio y genuino que tantas veces alimentó mi ansia de palparlo, de sentirlo como mío en una tarde cualquiera. De saberlo perpetuo, insuperable, supremo.

Por esa esencia de torería infinita, que tantas veces quise retener, contar, sin encontrar la forma de hacerlo más allá de los sentidos, de la vana explicación que es la palabra, ante ese halo indescriptible de su magia.

Por este tiempo, por todo lo vivido. Por un trocito de mi alma, para siempre marcado por un artista de ensueño, por un torero eterno...

Por una pasión derramada, por veinte años de sentimiento...