Hace un tiempo, cuando se cimentaba este homenaje, tuve la oportunidad de hablar por primera vez con Curro Cabrera, director de Museo “Pepe Cabrera” e impulsor de este bonito evento. Curro, que desborda sencillez personal y gran afición taurina, me comentaba que su deseo a la hora de realizar el homenaje y manifiesto a favor del maestro era que en Córdoba se tomara como un gesto de buena voluntad, pues su intención estaba muy alejada de querer molestar a nadie. No es la primera vez que escucho algo así de quien desde fuera viene a elogiar lo nuestro, y más concretamente a ese gran torero y artista que se llama Juan Serrano. “No quisiera molestar”. ¿Molestar por qué?. A quien puede molestar que desde cualquier punto de la geografía se manifiesten y ensalcen las incomparables cualidades que nuestro torero atesora, los momentos mágicos y únicos que ha deparado y sigue deparando en los ruedos. A quien puede molestar que las más de 500 localidades que tiene el Teatro Salesianos de
Pero iré más allá. Lo del viernes en La Línea, además de agradecerlo, deberíamos tomarlo de ejemplo. Quizá este acto sirva para que empecemos a abrir los ojos, para que nos demos cuenta como de grande es este torero, y como el llevar veinte años en figura ni ha sido flor de un día ni fruto exclusivo de una tierra que parece querer cobrarle deudas de por vida. Quizá el día que muchos comprendan esto último las cosas se verán de otra manera. Yo hace mucho que lo entendí. Entendí que El Fino era y es torero de muchos sitios, de muchas tierras, de todas aquellas donde su toreo ha desatado sentimientos y emociones, ganando partidarios para siempre, y que Córdoba, su tierra, ha ido unida a su grandeza en ese paseo por la gloria taurina universal, por que él, de manera sincera y honesta, así ha querido llevarla. Por eso, más nos valdría dejar de pedir cuentas, pues puestos a ello es posible que nos avergonzáramos al comprobar quien le debe más a quien.
Por eso, amigo Curro, para ti y para tu gente sólo cabe la gratitud y el reconocimiento a un gesto grande y bello, como aficionados y como personas. Un gesto ante el que yo, cordobés de nacimiento y sentimiento, no puedo más que mostrarme halagado y complacido. Por mí, por mi tierra, y sobre todo, por ese gran torero que el destino quiso poner entre nosotros y que la historia pondrá donde merece.
Gracias, de corazón.